noviembre 29, 2007

La tarde está nublada

* Foto de Clea

Esto lo escribí para un blog del periódico Reforma.

Fue desechado. No me importa si está mal escrito. A mí me gustó y lo comparto con ustedes.

Está nublado. Mi tarde interna también lo está.
Mis zapatos resienten más la lluvia porque se han mojado y se han puesto fríos mis pies.
Pienso que si sigo caminando por 16 de Septiembre podré llegar más pronto a El Popular y probar el pan de muerto con un café con leche para despabilar mi alma y mis pies que ya están entumidos. ¡Carajo con estas lluvias!
Veo que los lunes la gente se amodorra y se hace pequeña. Nadie se empuja o se ve a los ojos retando, como pasa los sábados. Mejor así. No tengo la menor gana de contestar qué hora es, dónde queda tal o cual calle, si falta mucho para llegar al zócalo, etc.
Aún con mi prisa por llegar, mis pasos son cortos. Quizá es la tristeza o la desazón. Decía yo hace unos días que mi mes favorito era octubre y hoy ya quiero que termine. No vi más que una luna llena, otro día sentí un viento suave y ahora, mis paseos por el centro se han estropeado con una lluvia que intenta despedirse de este año y no sé quién diablos se lo impide.
Cruzo Gante y aún siento que mi dedo gordo me reclama una sobadita pero me niego a darle una cuando soy yo la que reclama compañía.
Pienso que me gusta la iglesia que está frente al Samborn´s de los Azulejos y que aún es tiempo para refugiar mi espíritu en una iglesia vacía que antes de calentarla con un café con leche.
No sé cómo se llama esta iglesia en la que he venido algunas veces. Unas sólo a expiar mis culpas. Otras, a guardar silencio mientras veo las cúpulas y pienso en lo etéreo de la vida. Unas más, a pedirle a San Charbel para que me ayudara a conseguir empleo y creo que también para que me fuera bien cuando decidí dar terapia. Las iglesias no sirven sólo para ponerles veladoras a los santos. Al menos ésta, que es tan vieja por fuera y tan grandiosamente acogedora por dentro, me sirve ahora para no sentirme tan sola.
¡Caray! Arrecia el frío. Veo mi zapato mojado y muevo mi dedo gordo…Ummmhh, ya tiene movimiento, hora de irme. También volteo a verme mi alma y me dice que ya está un poco más recuperada. Que tomemos la calle de Madero para que nos dé el aire frío y eso haga, no sólo circular la sangre, sino la vida.
Abro la puerta y me asoma un poco de vergüenza cuando me miran. ¿Notarán que mis ojos están llenos de lágrimas o mirarán que sólo traigo mi alma puesta?
Un vasito caliente y cierro mis ojos… El centro de la ciudad es como mi centro regidor. En él hay calles y callecitas. Lugares llenos de luz y otros tan oscuros como mis secretos. Unos están abandonados y otros en reconstrucción. Los hay olvidados para siempre y algunos que sentirán la frescura del aire un día de éstos.
Y unos más que no se miran pero se sabe que existen.
Esta tarde que asemeja ya a una noche y me hace sentir que el mes se despide. Una mordida al pan de muerto… Me doy cuenta que viene el mes de recibir a los que del todo no se han ido… No me gusta el pan con sal y mucho si viene de mis ojos.

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