agosto 30, 2007

ENOJO. Hoy me enojo.


¿Odiar a los jefes por estúpidos o por qué nos robaron lo que era nuestro?

Desear para ellos lo mejor es porque uno los conoce bien, mucho mejor de lo que ellos nos conocen a nosotros. Y desear de corazón que se les haga un buen matrimonio, que se los cojan rico tres veces al día, que se saquen la lotería y se larguen de viaje por toda su vida. ¿El caso? Que no estén cerca de nosotros.

La vida les premia, les regala y ellos, en contraflujo; agradecen el favor tomando llamadas de las amigas por dos o tres horas diarias, o platican con la gente más sosa de la compañía acerca de qué nuevo shampoo es mejor para el cabello chino, crespo como el de ella. O bien, creen justicia divina que si se les premia con quince días de vacaciones en el primer año de trabajo, es porque se han robado los suficientes créditos como para irse a Nueva York.

No la odio por inteligente, sino porque es una jefa espuria. Se robó lo que era mío. Jajajajajajajjajaja! ¿Mío? Ah, chingá!? Pues cuándo, porque a mi nadie me lo dijo.

Mi pendejada que llamo "la venganza del pobre", es esa idea que se acompaña de frases como "yo espero a las puertas de mi casa, ver el cadáver de mi enemigo pasar", "la venganza es dulce" o "la venganza se sirve en un plato frío". Bah! Yo aquí me debería a atrever que mi camino y el de ella no van para el mismo rumbo pero me estorba para pagar mis deudas. Mis ideas se sudan y las de ella, las caga aún antes de comerlas. Los pañales de seda que aún le cuelgan, son las banderas que ondean en lo alto de su montaña, aquella a la que yo quiero llegar con mi esfuerzo, talento y creatividad y que aún no alcanzo a ver que sólo siendo deshonesta, mala onda, hipócrita, ojete, culera, manchada, mentirosa, malvada, perra, prepotente, patronizing, etc., pudiera alcanzar. No, pues así ni como hacerle!

Y alcanzan por ahí ideas que me dicen que deje pasar el tiempo, que no hay que hacer nada, que la deje, que la deje; que yo namás aguante tantito.

Siempre hay un estigma del jefe gandalla pero sé de casos en que se les besa los pies y que, juro, es verdad porque no está peleado ser un jefe y un ser humano, carajo!

Hoy la odio y lo digo para no vomitar dentro de mi. Para decirlo porque nunca lo había dicho con tanta furia como ahora.

Quiero que se vaya o quiero irme. Quiero alcanzar mis ideas hasta donde van porque ya van muy adelantadas. Y no esperar nada de este lugar que huele a acomodo y a nalga.

¿Estoy enojada con ella? No, conmigo por seguir aquí. Con mi vida y con mi no saber soltarla y vivir la vida que vivo, aquella que ella envidia desde que me ve a los ojos. No alcanzo aún a saber la respuesta de la pregunta que me hacían ayer: "No se trata de preguntar por qué, sino para qué".

Yo, ¿para qué chingados quiero su puesto y su sueldo? Para joderla o para joderme.

Hoy no quiero respuestas.

Odiemos a los jefes el día de hoy.

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