Existimos seres que amamos como si nos arrastrará el alma....Y nos odiamos por eso.
Es una falta de seguridad y un sinónimo de perdición. Pero vivimos así desde que fuimos capaces de saber que podíamos ser parte de la vida de alguien más.
"Soy tuyo" dice Andrés Calamaro y me convida a escaparme con mis deseos de niña-mujer y elevarme con ellos hasta escaleras inmensas desde donde a nadie tenga que explicar mi mujer interna se alimenta de palabras y que dichas palabras están hechas de cordones en las que su corazón se sostiene.
Abundamos quienes batallamos con ponerle equilibrio a nuestro pie izquierdo, regido por el corazón y nuestro lado derecho, regido por el cerebro...El maldito lado racional que a veces me empuja a pensar más de la cuenta y dejar de sentir.
¿Quién puede sentirse seguro cuando ama? ¿Quien no teme o no odia? ¿Quién se mantiene incólume ante la independencia de un sentir? ¿Quién es lo suficientemente fuerte para tener la misma vida y los mismos pensamientos antes de ofrecerla (por lo menos la mitad de ella) a un ser humano que se atraviesa en el camino?
Mi fuerza interna hoy lucha por descubrir que se guarda detrás de un pensamiento. Y no debería ser así. Leí que lo mejor sería la contemplación de la vida, sin que esto tenga que ver con mediocridad o simple observación sin acción. Contemplar que la vida de todos modos te lleva a donde ella quiere. Y no admite berrinches o caprichos de niña consentida que quiere siempre todo y cuando así lo ha decidido.
Mi capricho hoy se vuelve una necesidad. Pero no la voy a satisfacer. Eso es seguro.
Venga el amor que destruye y me mantiene. Que venga.
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