Yo subo y bajo y a veces me mareo y vomito.
Otras, me aguanto las ganas y me tapo la boca para que no salgan más demonios. Entonces, agarro mi vestido pa´la fiesta, agarro a mi gente y ámonos a olvidar las penas por un rato!
Y bailamos y contoneamos cadera al son que nos toquen.
Nos sentimos entonces que la vida es un baile, exactamente un baile y un buen rato: Hay que aprender a hacerlo lo mejor que creamos y hay que disfrutarlo porque dura poco.
Ya al otro día, já!, vuelven los ratones de la melancolía y las arañitas del mal espirítu, pero, a mi, ¿quién me quita lo bailado?
Gracias Javi, Mazuntina y Zaby por regalarme sabaditos de alegría fiestera y una salsa bien bailada!
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