Pensaba en la transición. En la que estoy metida y en la que algunos más también lo están.
Pensaba en lo que sucede cuando rompes con ideas que no te enseñaron en casa, las tomaste de algún otro lado, quizá hasta de lo que no querías repetir y te fuiste al extremo.
Escuché hace tiempo que alguien me decía que cuando uno intenta salvaguardar su esencia, viene el mundo, se te encima para golpearte y te acomoda nuevamente para que no andes alborotando otras mentes. O te quedas solo, en lo que otros tiempos nos alcanzan para entendernos.
Me siento encaminada a lo mío y lejos, ya muy lejos de entender algunas ideas en las que nunca he creído, pero también, influyéndome de otras de las que no quiero ser convencida. Difícil tarea hacerme caso sólo a mí.
He dejado de hacer cosas que hoy me estoy preguntando si en realidad las quería. Pienso que este año es un revoltijo. Me siento como echada a un lado de una parte mía y como si me extendieran los brazos en otra parte de mí.
Eso de tomarse la vida con calama, va sucediendo. Al menos he detenido mi boca y mi mente a algunos razonamientos. Que sean los hechos los que me sustraigan a la idea y no la idea que sólo prejuicia.
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